Pedro Pablo corrió por el campo vacío hacia
las lejanas luces de la ciudad con un eco de sirenas sonando aún dentro de su
aturdida cabeza. El potente foco de un helicóptero barría la oscuridad del
descampado. El comercial se escondió entre los escombros de una antigua
construcción hundida. Cuando el atronador pájaro metálico se alejó, él siguió
corriendo a trompicones hacia la hilera de luces más cercana.
Aún bajo los efectos del narcótico que le habían
suministrado, trató de orientarse. Según sus cálculos lo que veía a un par de
kilómetros era el poblado chabolista de la Charca de la Pava junto a la
carretera de Toledo. Tal vez allí podría pasar desapercibido, en cualquier
caso, tan desesperado estaba que nada podía ser peor que lo que ya le había
pasado esa noche.
Con paso tambaleante se dirigió hacia el
poblado. Un poco antes de alcanzar las chabolas vio un grupo de personas
alrededor de una hoguera aunque no hacía ni pizca de frío. Eran unos toxicómanos.
Pedro Pablo supuso que aquellos yonkis vivían allí drogándose, ayudando a los
traficantes con el menudeo y en pequeñas tareas domésticas. Una voz que había
oído antes pero no sabía dónde se dirigió a él.
-Eh colega… acércate ¿Quieres pillar? El
Ramiro tiene un jaco cojonudo… ¿Cuánto vas a querer?-
-No caballero, solamente estoy haciendo un
poco de deporte pero le agradezco mucho su ofrecimiento…- Dijo Pedro Pablo con
voz neutra. Como si andar a las cinco de la mañana por el descampado, junto a
uno de los principales puntos de venta de droga de Madrid fuese lo más normal
del mundo.
El yonki que llevaba la voz cantante no se
quedó muy convencido y se aproximó al comercial para examinarle más de cerca,
El olor acre a sudor antiguo, los mechones de pelo sucios pegados a la cabeza,
ese no parar de hablar y una manera de andar doblándose y dando saltitos los
había visto antes… ¡Claro! Era su compañero de banco la noche que había tenido
que ir a buscar a su padre a comisaría. Furnieles le había llamado el inspector
Cantero... El Furnieles dio un par de vueltas alrededor del comercial. Parecía
un aborigen de la selva que viera por primera vez un hombre blanco.
-Tú y yo nos hemos visto antes ¿Verdad? Y lo
del deporte no me lo trago ¿Por qué llevas mocasines en lugar de playeras?-
-Es la última tendencia en Estados Unidos, el
barefoot running, pero como hay mucho cardo y yo llevo poco practicando…-
-No veas cómo mola el chándal que lleva el
menda. Lo menos vale cien pavos…- Dijo otro de los yonkis que estaba junto a la
hoguera.
-Yo soy del Atlético…- Dijo el Furnieles con
desprecio -Pero seguro que el Jamiro lo quiere para su hijo Juan de Dios y nos
da un pollo de farlopa por él. Vamos a quitárselo-
Pedro Pablo ya tentaba la culata de
“Margarita” cuando una voz gangosa detuvo en seco a sus agresores.
-¿Qué Cohone eta pachando aquí?-
Una figura maciza se recortaba contra la luz
de la hoguera. Al acercarse al grupo, el comercial reconoció de inmediato al
personaje que acababa de entrar en escena.
-Este menda es asunto nuestro, tú no te metas
Toro que no tenemos nada contigo- Dijo el Furnieles reculando como el chacal al
que un león viene a disputar su presa.
Pedro Pablo, un gran aficionado al mundo del
boxeo reconoció de inmediato a Nicomedes Díaz “el Toro de Entrevías” un bravo
púgil del peso crucero que tras su derrota en el asalto a la corona mundial
frente Howard Chamberlain había caído en una espiral de autodestrucción dando
con sus huesos en prisión por un asunto turbio de extorsión y agresiones.
Recientemente, una cadena sensacionalista de televisión había emitido un
reportaje llamado “Juguetes Rotos” en el que Nico Díaz contaba su vida actual
de toxicómano, habitando en una tienda de campaña junto a las chabolas de la
Charca de la Pava.
-¡Hombre campeón! Qué gran placer… Pedro Pablo
Cogollo aficionado al boxeo y un gran admirador de tu persona.- Dijo el
comercial estrechando con fuerza la mano del estupefacto boxeador.
- Aún recuerdo cuando te proclamaste campeón
de Europa en el Palacio de los Deportes frente a Stanislav Sevchenko ¡Qué gran
combate! Vi muchas peleas tuyas en directo y hubiera sido un sueño haber podido
ir a animarte a las Vegas cuando disputaste el campeonato del mundo…-
Una metamorfosis se produjo en el gesto adusto
del Toro. La magia de las palabras del comercial traspasó varias capas del
cerebro del boxeador endurecidas por las drogas, los golpes de sus rivales y
los golpes mucho más dolorosos que la vida le había propinado. Nicomedes casi
había olvidado que un día fue una estrella, alguien querido y admirado por
muchas personas, no un temible bruto del que todos se reían, eso sí, siempre a
sus espaldas. Los dos hombres continuaron hablando de boxeo y el Toro llevó a
Pedro Pablo a tomar un café caliente, cortesía de una asociación benéfica que
se dedicaba a ayudar a los toxicómanos con comida, ropa, facilitándoles la
higiene personal y otras cosas carentes de importancia en aquella cloaca del
paraíso.
-Pedro Pablo colega… no che que trapicheos te
traes con el Furnieles, pero anda al loro con eche pavo. Ech una chivata. Chi
no fuera por que ech un protegido de loch gitanoch le arrancaba la cabecha de
una ochtia al hijoputa eche…-
En la pequeña televisión del local de la
asociación benéfica estaban dando un boletín de noticias. El comercial aguzó el
oído. Por un momento conversando con el púgil, Pedro Pablo se había olvidado de
la tragedia ocurrida unas horas antes.
Trágica
noche de sucesos en la capital y sus alrededores.
Dos
empresas cercanas a la capital han ardido durante las últimas horas, una nave
dedicada la fabricación de rótulos en Griñón en la que se ha encontrado un
cadáver carbonizado y un almacén de productos químicos en Villaverde que a
estas horas aún sigue ardiendo. Desde Bomberos de Madrid se recomienda a los
vecinos de Villaverde Alto que permanezcan en sus casas con las ventanas
cerradas hasta nuevo aviso.
El comercial reconoció de inmediato las
imágenes del almacén de productos químicos en llamas. Era Viuda de Corrochano e
Hijos CB. Donde unas horas antes había recogido el paquete de su hijo. Entonces
la nave de Griñón… ¡Claro era donde había entregado el misterioso paquete de
Fernando! Y el muerto… ¡Pobre patillas! Pensó Pedro Pablo sintiendo un poco de
repelús al recordar su sucio gorro de lana.
Horroroso
asesinato múltiple en un chalet de Serranillos del Valle. Una mujer de
nacionalidad española cuya identidad
responde a las iniciales U.C.M. así como tres ciudadanos rumanos han
sido encontrados muertos con evidentes signos de violencia. La policía busca al
ex marido de U.C.M. que tenía una orden de alejamiento de la víctima. Su nombre
es Pedro Pablo Cogollo de 48 años de edad. Va armado y es muy peligroso.
A continuación mostraban la foto de la ficha
policial que le habían abierto meses antes, tras el altercado con Úrsula.
Pedro Pablo y el Toro de Entrevías se miraron
y el comercial asintió. Trató de explicarse ante el ex boxeador pero este le
hizo un gesto para que guardase silencio. Allí abajo no importaba quién fueras
o qué hubieras hecho. Importaba lo favorable o desfavorable que fuera tu
prójimo y Nicomedes Díaz había podido olvidar por unos instantes su mísero
presente y recordar una época dorada condenada a no volver nunca más tomando un
café con un admirador suyo, algo que creía que ya no le quedaba.
-Colega tienech que irte cuanto antech. Echte
chitio echta lleno de chivatoch. Vente conmigo-
A grandes zancadas, Nico Díaz se dirigió a lo que podía considerarse el
centro del poblado seguido a duras penas por el comercial. Junto a un negocio
mezcla de bar y comercio donde se vendía de todo un poco y los gitanos viejos
jugaban a las cartas, bebían o conversaban espantándose las moscas. Allí es
donde paraban las cundas, coches destartalados que traían a toxicómanos de la
capital a comprar y consumir drogas en el poblado. El Toro se acercó a uno de los coches
aparcados e intercambió unas palabras con el conductor que a regañadientes
consintió que Pedro Pablo ocupase una plaza en el asiento trasero. Esperaron un
poco hasta que montó en el coche una tal Chusa, la cual al parecer era la novia
del conductor de la cunda. Antes de marcharse de la Charca de la Pava, Pedro Pablo
y Nicomedes chocaron sus nudillos como hacen los boxeadores, a modo de
despedida. Cuando el coche arrancó, el comercial miró por el parabrisas trasero
y vio a Nicomedes Díaz plantado y al Furnieles detrás de él observando sin
perderse detalle de la marcha de la cunda.
El trayecto hasta el centro de Madrid no fue
demasiado desagradable comparado con lo vivido en las últimas horas. Al menos
los otros ocupantes del vehículo no hablaban aunque no paraban de fumar.
Ya en la Plaza de la Lealtad Pedro Pablo
repasaba sus opciones: No tenía dinero, no tenía a dónde ir. Su única
posibilidad de huir, pasaba por tratar de contactar con la organización de su
hijo… ¿Pero cómo? De momento parecía que así sucio, en chándal y desesperado
era uno más de la legión de personas invisibles que deambulan por cualquier
ciudad sin que las personas “normales” ni tan siquiera reparen en ellas. En
estas reflexiones estaba el comercial cuando algo llamó su atención, era el Peugeot
de color oscuro que desde hacía tiempo vigilaba su calle.
-Bueno días Pedro Pablo ¿Cómo estamos hoy?
Parece que un poco mejor que su ex y sus amigos ¿Verdad?-
Al darse la vuelta Pedro Pablo se encontró con
la sonrisa reptil del inspector cantero que le encañonaba con una pistola.
Junto a él los policías que habían estado vigilando la casa de su padre. El
inspector levantó su arma y apuntó directamente a la cabeza del comercial.
-Adiós Cogollo…-
El comercial cerró los ojos y se preparó para lo
inevitable. En ese momento una mujer mayor entrada en carnes, aparecida como
por arte de magia propinó un tremendo
bolsazo en la cara del policía dejándole fuera de combate y haciéndole errar el
disparo. La gorda del bolso no venía sola, un tipo chiquitajo con el astil de
un pico, rápido como una centella la emprendió a palos con los acompañantes de
Cantero. En pocos segundos los otros tres policías se retorcían de dolor en el
suelo mientras la pintoresca pareja les desarmaba ante los estupefactos ojos de
Pedro Pablo.
-¿Pedro Pablo Cogollo supongo? Yo soy Lola la
Murciana empresaria y stripper y este es mi novio Manolín el Lejía.-
-Manuel Suances Castillejo, caballero legionario,
encantado de conocerle. Ahora vamos a darnos un poquito de bulla antes de que
estos maderos se repongan y llamen refuerzos.-
Lola y Manolín condujeron a un Pedro Pablo
boquiabierto hasta una furgoneta y le introdujeron en la parte trasera de la
misma. El vehículo arrancó y se movió durante aproximadamente media hora. Luego
paró. Desde la caja de la furgoneta Pedro Pablo pudo percibir el sonido de una
puerta mecánica abrirse y cerrarse.
-Buenos días, nos ha sido bastante difícil dar
con Vd. Menos mal que tenemos intervenido el teléfono de Cantero y hemos podido
llegar antes de que ese indeseable le eliminase-
Aquella peluca rubia con tirabuzones era
inconfundible…-Pero usted es… ¡Melchor Cerrudo!- Dijo Pedro Pablo que no salía
de su estupefacción.
-Exacto, desde hace años colaboro con la
organización a la que pertenece Fernando, su hijo. Somos una extensa red de ciudadanos, en su
mayoría anónimos, que tratamos de evitar los desmanes y abusos de los poderosos.
También hay personajes públicos en la organización como el periodista
australiano Damian Orange, el ex magistrado de la Audiencia Nacional Melchor
Cigüeño o el ex miembro de los servicios de inteligencia americanos Cristian
Ronald Snowball. Nuestro colectivo tiene algo muy importante entre manos y
Fernando es el hombre clave en todo este asunto…-
-¿Dónde está mi hijo? ¿Cuándo voy a poder
verle? ¿Y Miriam? ¿Está al corriente de todo esto? ¿Y mi padre…?- Un millón de
preguntas se amontonaban en los labios del comercial.
-Todo a su debido tiempo… Miriam y su Padre
están bajo la protección de nuestro colectivo, no se preocupe usted por ellos.
Ahora lo más importante es sacarle de Madrid ¿Sabe usted pilotar una
motocicleta?-
Pedro Pablo asintió aunque hacía más de veinte
años que no manejaba una. En su juventud había tenido un par de motos, una de
ellas, una Guzzy preciosa llena de cromados. El comercial acompañó a Cerrudo al
fondo de la nave, donde tapadas por una lona el excéntrico empresario tenía
aparcadas dos magnificas Harley Davidson Fat Boy, una de color rosa pálido y
otra de un verde perlado precioso.
-Este sábado es la Séptima Concentración
Motorista Gay de Villalar de los Comuneros, una ocasión inmejorable para salir
de la ciudad sin que se note. Vendrá conmigo y con mi grupo motero, las Reinas
de Corazones. Hasta entonces debería de quedarse aquí. Lola y Manolín se quedarán
con usted velando por su seguridad y atendiendo a todas sus necesidades. Ya verá
qué michirones más ricos hace la Lola ¡Para chuparse los dedos!
Melchor Cerrudo tenía habilitada la parte de
arriba de la nave como un apartamento con todas las comodidades, incluso tenía
un pequeño gimnasio donde el comercial aprovechó para hacer algo de ejercicio
físico. Por lo demás la compañía era excelente, pese a lo extremo de la situación.
Pedro Pablo se lo pasó bomba escuchando las delirantes historias de la singular
pareja. El empresario se pasaba a verle siempre que sus obligaciones se lo
permitían y en las charlas que mantuvieron, ambos hombres descubrieron que
tenían muchísimas cosas en común pese a sus aparentes diferencias.
Por fin llegó el día de la partida. Una
veintena de motos rugían en la puerta de la nave. Melchor Cerrudo llegó
acompañado de un viejo conocido de Pedro Pablo, Oswaldo de Jesús, su antiguo
compañero en el departamento comercial de Transportes Butragueño. El colombiano
y Cerrudo se habían hecho novios e iban a compartir montura en aquel viaje. El
empresario entregó a Pedro Pablo la chupa de cuero rosa identificativa de los
miembros del club motero y el casco a juego. Luego todo el grupo se puso en
marcha.
Al llegar al peaje de Adanero al otro lado de
la Sierra de Guadarrama se encontraron con un gran control de tráfico montado
por la Guardia Civil. Melchor Cerrudo hizo una indicación con la mano al resto
de motoristas para que todos pasasen por el mismo puesto de peaje. Al salir,
unos guardias morenos, muy musculosos y armados hasta los dientes les ordenaron
que aminorasen la marcha mientras escrutaban al grupo tras sus gafas de espejo.
A Pedro Pablo no se le escapó el gesto de complicidad que los miembros del
Instituto Armado intercambiaban con el empresario. Más tarde Cerrudo le
confirmaba sus sospechas. El colectivo tenía varios infiltrados dentro del lobby
gay de la Guardia Civil.
Pedro Pablo había hecho mil veces ese viaje
camino del pueblo, pero hacia muchísimos años que no lo hacia en moto. La
Harley ronroneaba suavemente como un gran felino. Un viento caliente acariciaba
la cara del comercial. Poco a poco comenzó a sentirse bien sobre su montura.
Giró el puño de la motocicleta y rebasó algunos metros al grupo. Melchor
Cerrudo y Oswaldo de Jesús se pusieron parejos a él. Finalmente las motos
tomaron el desvío de Villalar.
En la ancha plaza del pueblo, la misma en la
que rodaron las cabezas de Juan Bravo, Padilla y Maldonado, los líderes de los
Comuneros de Castilla, varios centenares de motocicletas de todo tipo se habían
dado cita. El ambiente era festivo, con numerosos chiringuitos donde se servía comida
y bebida. En un escenario, unas drag queen hacían su show de baile y play back.
Por la noche se esperaba la actuación de varios grupos icónicos del movimiento Gay.
Una actuación que Pedro Pablo no iba a llegar a ver ya que una furgoneta con un
par de individuos de la edad de su hijo le estaba esperando.
El comercial sinceramente agradecido se
despidió afectuosamente de Melchor Cerrudo y de Oswaldo de Jesús. Pedro Pablo
intentó inútilmente devolverle la chupa de cuero rosa al empresario, pero éste
insistió en que se la quedara.
-Quédesela Pedro Pablo. La que monta en moto
una vez con nosotras, puede considerarse una de las nuestras y usted lo es por
eso y por ser el padre de quien es….-
Finalmente, Pedro Pablo se acomodó en la parte
trasera de la furgoneta. Aquello comenzaba a ser ya una costumbre. Al partir el
vehículo, Melchor Cerrudo visiblemente emocionado exclamó:
-¡Ahí va un hombre de una pieza!-
-Sí, que pena que sea tan hetero….- Dijo
Oswaldo de Jesús pasándole el brazo por la cintura. Melchor Cerrudo sonrió y le
dio al colombiano un largo beso. Luego ambos hombres se dirigieron a donde se
encontraban el resto de las Reinas de Corazones a seguir con la fiesta.
La furgoneta anduvo por espacio de
aproximadamente hora y media. En el último tramo del camino, el traqueteo del
vehículo aumentó considerablemente. Lo que hizo suponer a Pedro Pablo que
estaban tomando un camino o una carretera en mal estado. Finalmente la
furgoneta se detuvo y la puerta trasera se abrió.
Lo primero que vio el comercial fueron varias
construcciones antiguas rodeadas de bosque por los cuatro costados. Los dos
ocupantes de la furgoneta le indicaron que les siguiera. Atravesaron varias
casas derruidas y finalmente entraron en algo que parecía un gran corralón. Una
docena de personas contando con los dos hombres que acompañaban a Pedro Pablo
se encontraban en la estancia. Pedro Pablo al principio no le reconoció ya que
iba afeitado y con el pelo corto… Luego los Cogollo padre e hijo, se fundieron
en un abrazo ante la sonrisa de Ángel Cogollo, Miriam y Ariadna que también se
encontraban en aquel lugar desconocido.
Dr Miriquituli.