miércoles, 30 de enero de 2013

¡FELICIDADES FELIPE!


Estimado Felipe:

 
Aprovecho estas líneas para felicitarte por su cuarenta y cinco cumpleaños y desearte lo mejor en el plano personal.

 
Soy solamente un par de años mayor que tú, por lo que, se podría decir que seguramente hemos debido tener parecidas vivencias. Ambos somos padres, ambos hemos dejado atrás amores, amigos y ambos hemos perdido seres queridos… Eso si, tu has visto la vida desde la ventana de un palacio y yo desde el duro día a día del ciudadano de a pie.

 
Afirma tu madre que nunca ha habido en España un príncipe tan preparado para reinar como tú y estoy seguro de que tiene razón. Sin duda eres un hombre con una preparación excepcional. Esa preparación no te va a servir para reinar ya que la monarquía en este país toca a su fin. Ni tú ni tu padre habéis sido peores que los que os precedieron, es simplemente el signo de los tiempos. La monarquía ya no tiene sentido.

 
Hace mucho la figura del rey tenía una finalidad mágica que era la mediación entre el Dios/Los Dioses, el poder y los hombres. Aquellos Reyes Magos han sido sustituidos por magos plebeyos (Sacerdotes, imanes, rabinos, Lionel Messi, estrellas del pop, Belén Esteban etc) además hay un grupo cada día mayor de personas que adoran a la Diosa Razón y ella no necesita intermediarios.


No pienses que te guardamos ningún rencor por el mal que tus antepasados nos hicieron, sólo espero que cuando tu familia abandone el trono no nos saquee como hizo tu bisabuelo Alfonso XIII. Os hemos dado mucho y estoy seguro de que conserváis un buen fondo de armario, suficiente para tener un pasar más que aceptable.

 
Tampoco tú nos debes guardar rencor alguno. Al principio te puedes sentir herido en tu orgullo por que los españoles te hemos echado de algo a lo que pensabas que tenías derecho, es perfectamente humano. Pero te vamos a dar la oportunidad de ser un hombre verdaderamente grande haciendo algo por aquella gente anónima que te lo dio todo. También puedes irte al consejo de administración de una gran empresa o a algún organismo internacional a seguir llevándotelo calentito. Poca gente es tan libre como tú de tomar un camino u otro, tienes la vida resuelta y te puedes permitir el lujo hasta de ser una buena persona, siempre y cuando  renuncies a la avaricia y el orgullo mal entendido.

 
Por lo demás enhorabuena por lo guapas que están las niñas, guapas y vivaces como ratoncillos.

 
Recuerda mis palabras cuando los españoles te echemos del trono, si es que algún día lo llegas a ocupar. El mayor placer de la vida esta en dar y tú tienes mucho que darnos ya que mucho has recibido. Seguro que examinando tu conciencia encuentras la fórmula para concretar tu ayuda a la gente

 
Lo veo complicado porque nuestras vidas no llevan caminos convergentes, pero algún día, dentro de algunos años, cuando otra generación nos haya retirado, me gustaría compartir contigo un ratito de charla sentados al sol en un banco o en la terraza de un bar. Espero que te puedas llegar a permitir ese modesto lujo y que no termines siendo un pobre hombre rico rodeado de aduladores.

 
Recibe mis mejores deseos en el día de tu 45 cumpleaños, para ti y para los tuyos.

 

Doctor Miriquituli

 

 

 

 

 

 

martes, 29 de enero de 2013

¿SE TRASLADA VALDEMINGOMEZ A MORATA?








Como decía Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria “La Alcarria es un sitio precioso, donde a la gente no le da la gana ir” pues lo mismo pasa con Morata, un pueblo de unos 6000 habitantes del Sureste de la provincia de Madrid.

 

Morata de Tajuña, nombre que viene dado por un río, el antiguo Tagonius de los romanos, que atraviesa su vega y al que debe su riqueza, más pasada que presente. El término es de una gran belleza paisajística y alterna la antes mencionada vega agrícola, trabajada con mimo desde hace milenios, con cerros y parameras donde crece un monte bajo muy característico, rico en endemismos botánicos y zoológicos. En las zonas más accesibles, el monte se torna viñedos y sobre todo olivares de la dura variedad cornicabra, los olivos más septentrionales de la Meseta Ibérica.

 

Morata tiene la mala suerte de que en uno de los lados del triángulo que forma en el mapa la comunidad de Madrid, se extiende una cadena montañosa con una altura media cercana a los 2000 metros y paisajes realmente espectaculares. A igualdad de kilómetros desde la capital, la gente prefiere visitar la sierra. Para más inri el cercano Parque Regional del Sureste deja fuera el Valle del Tajuña menos un pequeño tramo en Titulcia, justo antes de que el Tajuña una sus aguas a las del Jarama. Además los cercanos municipios de Aranjuez y Chinchón (este último comparte vega con Morata) con sus monumentales cascos urbanos, se llevan la parte del león del turismo de la zona.

 

Anoche, en el telediario de Antena 3, al hilo de la información emitida sobre una redada contra los clanes de la droga de Valdemingomez, han mencionado Morata como el lugar donde presuntamente se quieren trasladar dichos clanes desde la Cañada Real. Según la información de la cadena, al parecer, algunos elementos vinculados a estas mafias están adquiriendo terrenos en la vega entre Morata y Chinchón

 

Han sacado imágenes de la carretera de Titulcia (Termino municipal de Chinchón) donde dicen que han proliferado últimamente “urbanizaciones” ilegales de casetas puestas por los narcotraficantes.

 

La urbanización “ilegal” de la vega es un problema de toda la vida, concretamente las casetas que ayer salían en el telediario llevan allí años y algunas de ellas décadas. Si preguntas que puedes construir en tu parcela, esta prohibida cualquier tipo de construcción, ya sea de obra o prefabricada, pero la realidad es que se permite todo

 

Uno de los argumentos que dan para "probar" que son los clanes de la droga los propietarios de dichas casetas, son las grandes medidas de seguridad que tienen. Esas medidas de seguridad, en realidad, son motivadas por la plaga de robos que los propietarios de fincas llevamos mucho tiempo padeciendo en nuestras propias carnes ¡Encima de borricos, apaleados!

 

Los medios de comunicación ya ensuciaron el buen nombre de Morata de Tajuña y el de sus vecinos, con las informaciones sobre la casa de los terroristas del 11 M, la cual ubicaban en nuestro término y que realmente está en Chinchón. Ni por parte de la corporación municipal hubo una protesta suficientemente enérgica, ni por los medios de comunicación una rectificación. Aún hoy cuando se habla de aquellos luctuosos sucesos, se sigue nombrando el refugio donde los terroristas fabricaron las bombas como la “casa de Morata de Tajuña”

 

En el caso que nos ocupa, si la noticia es cierta, me gustaría que el ayuntamiento exija a las autoridades competentes que las fuerzas de seguridad, impidan a toda costa el asentamiento de esos indeseables en Morata. Si por el contrario, la información es falsa o una exageración, que presenten una protesta contundente ante Antena 3 por manchar nuestro buen nombre y que exijan una rectificación pública por parte de la cadena.

 

Soy pesimista al respecto de lo que le depara el futuro a este bonito pueblo, ya que el citado Valdemingomez pertenece aún a Madrid capital y esta colindante con Rivas Vaciamadrid, un municipio mucho más grande y rico que Morata. Por pura lógica económica, los terrenos donde esta la planta de tratamiento de basuras y el foco de trafico de drogas, valen mucho dinero, mucho más que los del Valle del Tajuña, distante solamente unos pocos kilómetros pero fuera del área urbana de Madrid.

 

De los vecinos de Morata y los pueblos limítrofes, solamente de nosotros, depende preservar este paisaje forjado por el agua, el sol y la tierra durante millones de años y por la mano sabia del agricultor en otros pocos miles.





Evitemos que el valle del Tajuña sea invadido por la basura física y moral de Valdemingomez.




Ramón Méndez Alonso

 

viernes, 18 de enero de 2013

CICLO GENÉSIS EXPLOSIVA


Entre la ciudadanía, se ha instalado un sentimiento hacia la clase política que es una mezcla de indignación, repugnancia y lo que es aún peor, resignación.

 

En un alarde de sinceridad, un político español, ya fuera de la vida pública, dijo hace algunos años “Yo estoy en política para forrarme” Este señor que hoy percibe cuantiosos emolumentos de una empresa antes pública y hoy privatizada, dijo en voz alta lo que piensa una gran parte de los políticos patrios, desde el modesto concejal de un pueblecito a un ministro o cualquier otro alto cargo.

 

El refranero español, siempre certero en sus sentencias, tiene una que se acomoda perfectamente a la forma de pensar de estos “servidores públicos” -A mí no me des, ponme donde haya…- O sea su objetivo real no es el bienestar de los ciudadanos, si no gestionar los dineros públicos y así, amen de sus jugosas pagas y dietas, trincar pasta en comisiones por contratos y adjudicaciones amañadas para que se las lleven sus propios.

 

Ya han pasado algunos años desde que la sociedad española se sacudió el miedo que tenía a la libertad, desde la generación que vivió la Guerra Civil, hasta que gano las elecciones un partido de “izquierdas”,  una vez que parecía ya conjurada la amenaza de un retroceso democrático. El susodicho partido de “izquierdas” proponía el cambio hacia un país moderno e integrado en la UE. Hace unos 200 años, por varias razones, España perdió el tren del progreso tecnológico y también social. Parecía que por fin, con el partido de "izquierdas" en el poder, había llegado el momento de ponernos al día con respecto a nuestros vecinos. Al principio la cosa no fue mal. Gracias a los fondos europeos, se construyeron nuevas y magníficas infraestructuras que eran muy necesarias.

 

En 1992 se implantó el IVA, un impuesto al consumidor final, que con distintos tipos impositivos se aplicaba en toda la UE. Hasta entonces, nunca un gobierno había recaudado tantísimo dinero. Tras los fastos de aquel 92 de agridulce recuerdo, se sucedieron como en cascada, innumerables escándalos de corrupción. Por aquella época, entre otros, nos robaron: el hermano del vicepresidente del gobierno, el director de la Guardia Civil o el director del Banco de España, que era el que estampaba su firma en los billetes de mil pesetas.

 

Mi abuelito que en paz descanse, uno de los pocos placeres que se dio en su vida, la vida de un hombre que en la guerra tuvo la mala suerte de estar en el bando perdedor, fue, antes de morir, votar a ese partido de “izquierdas”. Nunca perdonaré a ese partido de “izquierdas” porque engañó a mi abuelo, un hombre bueno, que sin comerlo ni beberlo las pasó muy putas.

 

Tras el partido de “izquierdas” vino un partido de “derechas”. Había llegado el día en que la derecha española había asumido maneras democráticas y había dejado atrás el franquismo. Los convencidos conservadores repetían tozudamente “Los de derechas no roban porque como ya tienen, no les hace falta” Desgraciadamente este axioma tampoco se ha cumplido. Los del partido de derechas en sus 2 etapas, con 2 legislaturas del “reinventado” partido de “izquierdas” por medio, han robado también a calzón quitado.

 

En la actualidad el tema del choriceo ensucia como una marea negra la vida pública, con el agravante de que las penas son suaves para los corruptos y durísimas en comparación para los que delinquen por pura necesidad. Los dos partidos “el de derechas y el de izquierdas” (Me dan tanto asco que no quiero ni nombrarlos) están metidos hasta el cuello en el chapapote de la corrupción allí donde mandan.

 

La justicia, lenta e ineficaz, es uno de los pilares en los que se apoya  toda esta chusma de indecentes a la hora de cometer sus fechorías y en el caso, poco probable, de que la justicia les llegue a condenar, siempre pueden conseguir un acuerdo o directamente recibir un indulto del gobierno. Al final siempre nos acabamos remitiendo al refranero “Que les quiten lo bailao”

 

Mientras tanto, los ciudadanos cada día vamos perdiendo más y más de lo conseguido tras mucho tiempo y esfuerzo, observando con estupor, como los que nos han robado se van de rositas e incluso obtienen jugosos ingresos como asesores de las mismas empresas a las que ayudaron en sus chanchullos.

 

Las buenas intenciones de los partidos respecto a la corrupción, se parecen a este invierno que amaga pero hasta ahora no da. Mientras estas cosas ocurren, los españoles de a pie, vemos como giran sobre nuestras cabezas unos nubarrones cada vez más negros. Es muy posible que en lo social, igual que en lo meteorológico, acabe estallando esa ciclo génesis explosiva que nos anuncian, una tormenta perfecta, que ojalá barra de una puñetera vez toda esta mierda de corrupción que nos impide seguir adelante.

domingo, 6 de enero de 2013

LA ESTUFA DE LEÑA (UNA PASIÓN RÚSTICA)


Dionisia ejerció como maestra en la casa de niños, una guardería dependiente del ayuntamiento de Moraleda de Pestuña. Su padre falleció siendo ella aún joven, por lo que abandonó la enseñanza para cuidar de su madre, una mujer que siempre tuvo una salud delicada. A primera vista resultaba una mujer poco agraciada. Tenía ya una edad más cercana a los cincuenta que a los cuarenta y el acné padecido en su juventud había dejado marcas en su rostro, además era corta de vista y gastaba unas poco favorecedoras gafas de culo de vaso con montura de pasta. De cuerpo no andaba mal, tenía unas tetas grandes y firmes, fino talle y anchas caderas. Pero su manera de vestir, fruto de una estricta educación religiosa en el seno de una familia de pueblo chapada a la antigua, hacía que en lugar de lucir aquellos encantos con los que le había dotado la madre naturaleza, los ocultara con ceñidos sujetadores y ropa de corte recto. Dionisia era muy devota y repartía su tiempo entre la iglesia ayudando al cura y cuidando de su madre anciana. Mujer de costumbres saludables, a diario, tras recoger la mesa y fregar los cacharros de la comida, dejaba acostada a doña Pepita y ya podía hacer frió o calor, que Dionisia se calzaba unas zapatillas de esas de suela gruesa que se parecen a las botas de German, el padre de la familia Monster y se marchaba a caminar. Siempre hacía la misma ruta: Salía del pueblo por la carretera de Valdepedrusco, cruzaba la vega y donde la carretera comienza a zigzaguear entre los cerros que encajonaban el valle del río Pestuña, Dionisia se daba la vuelta para llegar a tiempo de arreglarse y arreglar a su madre para oír misa de siete.

 

Picio se había dedicado a las labores del campo desde niño. Los cincuenta los tenía a la vuelta de la esquina. Algunas tierras heredadas de sus padres y el tener todo pagado, le permitían vivir sin apreturas pero sin grandes lujos. Nunca se casó, y ya en la madurez sin el freno que suele imponer a un hombre el tener mujer e hijos, era algo dado a frecuentar en exceso las tabernas. Todos los sábados se aseaba de cuerpo entero “aunque no le hiciese falta” y conducía su Citroen C-15 hasta el Diosas de la Noche, un puticlub de la vecina localidad de Almendrales de Pestuña, allí se bebía tres o cuatro cubatas de Dyc con Cocacola, echaba un polvete y luego volvía a casa. Como casi todas las tierras las tenía dadas en arriendo a agricultores jóvenes, que las explotaban con medios modernos, Picio tenía poco que hacer en el día a día, así que rehabilito un viejo aprisco de piedra que había construido su abuelo en una finquita al otro lado del Pestuña y allí mataba el rato con una docena de cabras, un par de perros, algunas gallinas y un pequeño huerto que le proveía de verduras frescas.

 

Dionisia y Picio se cruzaban en la vega a diario. Aunque quintos y del mismo pueblo, nunca habían tenido amistad. Dionisia era una señorita, mientras que Picio pertenecía a una familia de labriegos sin formación ni cultura. No obstante cuando se cruzaban se saludaban educadamente y se llamaban por su nombre

 

-Buenas tardes Picio ¿Qué? A echar de comer a los animales….-

 

-A ver, habrá que aprovechar que está la tarde buena para hacer cuatro cositas ahí abajo ¿Tu madre bien? Dionisia-

 

-Bien bien, gracias a Dios… Hasta mañana Picio-

 

A Dionisia no se le había conocido novio en el pueblo. De joven frecuentaba su casa Alvarito Castuela, un muchacho muy fino hijo de Manolo Castuela el dueño de la tienda de ultramarinos de la plaza. Alvarito amenizaba las tardes de chocolate y picatostes en casa de Doña Pepita, tocando el viejo piano de pared. A aquellas meriendas acudían las fuerzas vivas del pueblo: Don Abilio, el cura párroco, Don Ramón el alcalde, al que en el pueblo conocían como “Ojo de Trueno” ya que a consecuencia de las heridas sufridas durante la guerra civil, había quedado tuerto y llevaba un ojo de cristal que era llamativamente más grande que el sano. Amén de estos dos señores tan serios, también acudían a estas reuniones todo un elenco de beatas enlutadas, con un número de años cercano al millón, sumando las edades de todas. En Moraleda de Pestuña se esperaba que las dos familias tarde o temprano anunciaran el noviazgo de Alvarito y Dionisia, incluso en una ocasión se les vio cogidos de la mano durante la procesión de la Virgen del Olivar, pero un año que vino el Cordobés a torear durante las fiestas, Alvarito Castuela se fugó a Madrid con un banderillero de la cuadrilla del diestro andaluz.

 

Picio tampoco había tenido suerte con las mujeres. Había tenido una novia, Lola, pero ésta se marchó a Madrid a servir y uno de los hijos de su patrón le hizo una barriga. Finalmente acabó casándose con un peón caminero que estaba de paso cuando arreglaron la vieja carretera de Moraleda a Almendros y se marchó a vivir a un pueblo de la Mancha, del que era natural el peón. El último verano, durante las vacaciones, Picio había visto a Lola con su marido y tres muchachos ya crecidos por el pueblo.

 

En la soledad de su habitación, Picio solía fantasear con las mujeres que conocía. Visualizaba como se beneficiaba a la panadera en el obrador de detrás de la panadería o como Sandra la del bar, salía de detrás de la barra y se la chupaba después de servirle un copazo de sol y sombra o con esas jovenzuelas minifalderas, que andaban a la puerta de la discoteca los viernes y sábados por la noche, pero invariablemente, desde hacía tiempo, no sabía por que, siempre acababa pensando en Dionisia….Aquella noche Picio terminó el asunto que tenía entre manos, apuró un medio vaso de tintorro que tenía sobre la mesilla “para enjuagarse la boca” y se dispuso a dormir.

 

El final de septiembre llegó con tiempo agitado. Tras los días aún calurosos, por las tardes descargaban fuertes aguaceros. El de aquella tarde fue especialmente violento, tanto que Dionisia, pese a haber salido de casa con una chaqueta y un paraguas, tuvo que buscar refugio. Lo que más cerca le quedaba era la finca de Picio, con el paraguas roto y la chaqueta por encima de la cabeza, se acercó a la puerta de la valla y comenzó a llamarle:

 

-¡Picio Picio… ábreme!-

 

Al principio con el ruido de los truenos y la lluvia sobre el tejado de chapa, Picio no escuchaba las voces de Dionisia, pero los ladridos del perro le alertaron de que algo ocurría fuera. Se asomó y la vio, empapada y aterida en la entrada de la finca. De una carrera se plantó en la puerta y la hizo pasar. Ya dentro los dos, Dionisia le entregó la chaqueta mojada a Picio que la colgó junto a una estufa de leña, oportunamente encendida y con una cafetera humeando encima. Dionisia tenía un aspecto espantoso. Su pelo, siempre peinado de peluquería, le caía mojado por la cara, tenía las gafas tan empañadas que apenas podía ver por ellas y temblaba de pies a cabeza. Él le puso una manta, no demasiado limpia, por encima de los hombros y le dio un vaso de café fuerte y bien azucarado. Al poco rato, se sintió bastante mejor. Fuera seguía lloviendo a cántaros. La ropa mojada se pegaba al cuerpo de Dionisia y el frío hacia que se le marcaran los pezones gordos y duros, que se trasparentaban oscuros a pesar del grueso sostén. Cuando pasó la tormenta, Picio, caballerosamente, se ofreció a llevar a casa a Dionisia, si se esperaba a que echase de comer a las cabras. Ella aceptó, total ya no llegaba a misa y por qué no decirlo, había pasado la tarde muy a gusto charlando en la caseta con Picio. A pesar de las diferencias sociales, sus vidas, tantos años en el pueblo, habían recorrido caminos paralelos. Al llegar a casa de Dionisia, ambos se quedaron sin palabras…. tras unos instantes de silencio que a los dos les parecieron eternos, fue Dionisia la primera que habló:

 

-Bueno Picio…. Muchas gracias por todo, te dejo que mi madre tiene que estar muy preocupada. Adiós, hasta otro día.-

 

Ya se disponía a abrir la puerta de casa, cuando Picio le hablo desde la furgoneta:

 

-Dionisia…. Me gustaría…. Bueno, invitarte una tarde a merendar o al cine, o a lo que tú quieras…. Si quieres, claro.-

 

La petición pilló a Dionisia completamente por sorpresa.

 

-Bueno bueno, ya lo hablamos. Adiós Picio.-

 

El corazón de la mujer latía aceleradamente ¡Hacía tanto tiempo que no recibía una proposición de un hombre! Picio era algo tosco y su higiene manifiestamente mejorable, pero era atento y había algo en él que despertaba un extraño sentimiento de ternura y algo más, algo que creía olvidado definitivamente desde hacía mucho tiempo.

 

Doña Pepita, la madre de Dionisia, advirtió el estado de agitación en el que se hallaba su hija.

 

-¡Por fin hija! Estaba muy preocupada por ti, con esta tormenta tan fuerte que ha caído ¿Dónde te has metido toda la tarde?-

 

Dionisia no sabía que le iba a parecer a doña Pepita que hubiese pasado la tarde en compañía de un hombre. Tras contarle como se había tenido que refugiar en la caseta de Picio, la anciana se quedó pensativa unos instantes y finalmente habló mirando fijamente a su hija:

 

-Ese Picio es un poco borrachín, pero no es mal hombre. Hay gente que no tiene suerte en esta vida…-

 

Cenaron merluza hervida con una patatita, un casquito de cebolla y una hojita de laurel, luego Dionisia acostó a su madre y vio un rato la tele antes de irse a la cama. En su habitación se quitó las gafas y se desnudó para ponerse el camisón. En el espejo del armario vio su cuerpo desnudo, algo borroso y desenfocado a causa de la miopía, pero a ella le pareció un cuerpo bello y joven aún, un cuerpo todavía necesitado y merecedor de abrazos y caricias.

 

Pasaron varias semanas sin verse, aunque ambos deseaban que se produjese el encuentro. Los aguaceros cesaron dando paso a un tiempo algo más tranquilo, con los días acortándose cada vez más. Aquella tarde barría la vega un viento frió que formaba remolinos con las hojas caídas. Dionisia caminaba por el borde de la carretera, cuando vio a Picio con sus cabras por una linde. Se saludaron con la mano y se aproximaron el uno al otro.

 

-Buenas tardes Dionisia-

 

-Buenas tardes Picio-

 

-Iba a encerrar las cabras ¿Quieres un cafetito?-

 

-No te quiero molestar…. además tengo un poquito de prisa que voy a ir a ayudar a don Manuel con la misa del domingo que viene, que es la Inmaculada Concepción-

 

-No molestas y si tienes prisa te acerco con la furgoneta, además quiero darte unos tomates para doña Pepita. Son ya los últimos que voy a coger este año y yo no me los voy a comer todos.-

 

Dionisia trató de protestar sin ninguna convicción y acompañó a Picio hasta su finca, luego Picio la dejó en la puerta de la iglesia ante la nada disimulada atención de un grupo de beatas. Antes de salir del vehículo, Picio le recordó la invitación que le había hecho la última vez que se vieron. Dionisia quería pero no se decidía a dar el paso, finalmente quedaron en verse en misa el siguiente domingo y después tomar el vermú.

 

Picio solamente iba a misa en bodas, comuniones, bautizos y funerales; realmente no creía ni dejaba de creer. A uno de sus abuelos le habían fusilado por rojo y ese sambenito pesó durante mucho tiempo sobre su familia, a la que en Moraleda se consideraba “de izquierdas”. Cuando estaba por el pueblo, siempre vestía ropa de trabajo, pero para la ocasión sacó del armario el único traje que tenía, una camisa blanca que había planchado la víspera, una corbata pasada de moda y unos zapatos a los que sacó brillo concienzudamente. Ataviado de esta guisa, Picio se dirigió a la iglesia. Cuando llegó, la gente aún no había entrado y formaba grupitos a la puerta del templo. Algunas personas le saludaron sorprendidas y otras tras observarle sin ningún tipo de disimulo, le volvieron la espalda para ponerse a cuchichear. No vio a Dionisia, que debía de estar dentro ayudando al cura. Picio entró de los últimos y se sentó al final del todo. Vio a Dionisia junto a su madre y otras beatas a un lado del altar. El sermón fue largo y tedioso. Don Manuel, un sacerdote joven que había sustituido al difunto don Abilio, peroró cerca de una hora sobre la situación política de España, culpando a los socialistas de tratar de acabar con la familia, de la degradación moral de occidente y hasta de la muerte de Manolete…. Tras la misa, se volvieron a formar los corrillos frente a la iglesia. Picio no encontraba acomodo en ninguno de aquellos grupos. Esperó apartado a que salieran Dionisia y doña Pepita y se acercó haciéndose el encontradizo. Las dos mujeres estaban hablando con el alcalde, cuando Dionisia reparó en su presencia, se despidió del edil y saludó a Picio.

 

-¡Has venido! No te había visto en misa…..-

 

-Es que me he sentado detrás porque delante no quedaba sitio- Mintió Picio.

 

Mientras estaban conversando, se acercó doña Pepita, que se colgó del brazo del hombre.

 

-Hija ¿Es este señor tan elegante, el que nos va a convidar al vermú?- Dijo la anciana con la mejor de sus sonrisas.

 

Moraleda de Pestuña tiene una calle peatonal que da a la plaza, allí se encuentran los mejores bares de tapeo del pueblo, es allí donde los tres se fueron a tomar el aperitivo. La pareja formada por Dionisia y Picio no dejaba indiferente a nadie. Las amistades de ambos no acababan de ver aquella relación, “el gañán con la beata” sin embargo doña Pepita, cuya opinión pensaban ambos que iba a ser la más contraria a lo suyo, estaba realmente encantada. La anciana dama sentía que para su hija ésta era una última oportunidad de no quedarse “para vestir santos” y nunca mejor dicho que en este caso.

 

Picio comenzó a frecuentar la casa de las dos mujeres.

 

Ante este hecho, personas muy principales del pueblo dejaron de visitarlas tan asiduamente como antes y cuando coincidían allí con Picio, arrugaban la nariz, como si les molestara el olor (Algunos días si molestaba, sobre todo a partir de los jueves) Así mismo, Dionisia, abandonó gran parte de las actividades que realizaba para la parroquia y pasaba cada vez mas tiempo en la finca, desoyendo así las amargas recriminaciones de don Manuel, el cura párroco, que intentaba por todos los medios que la oveja descarriada volviera al redil.

 

Pero ya no era este redil al que Dionisia querenciosa, volvía tarde tras tarde.

 

Una tarde mientras asaban castañas en la estufa de hierro, sucedió lo inevitable: Estaban sentados muy juntos en un viejo sofá que tras cumplir en casa, Picio había llevado a la finca. Tenían las castañas ya asadas sobre un cajón de madera dado la vuelta, que hacía la función de mesita, ambos se inclinaban para coger castañas y depositar las cáscaras después de pelarlas. En un momento dado el brazo de Picio se dirigió a coger una nueva castaña y un instante después, el de Dionisia se cruzó por encima para dejar unas cáscaras. Como quien no quiere la cosa, el dorso de la mano de Picio rozó el pecho de Dionisia. Conscientes de haber cruzado la fina línea que separa la cercanía de la intimidad, ninguno de los dos dio marcha atrás. Pronto las dos manos del hombre exploraban los tesoros ocultos debajo de la blusa de ella, mientras sus bocas se juntaban en un húmedo beso. Siguieron besándose y acariciándose mutuamente un buen rato. Picio le quito las gafas para ver el cambiante color de sus ojos con la luz de la tarde que ya languidecía y también porque le estaban haciendo arañazos en la cara. Ambos engañaban, desnudos no eran lo que aparentaban ser: ella una mujer voluptuosa, no la beata reseca como un sarmiento que todos veían y él, que parecía poca cosa, era duro acero, fruto de toda una vida de trabajo en el campo. Cuando las llamas de la estufa se apagaron, atizaron las brasas y echaron más leña al fuego, así varias veces mas aquella tarde.

 

Picio dejó a Dionisia en casa ya de noche cerrada. Tras las vagas explicaciones que Doña Pepita recibió de su hija sobre lo que había hecho toda la tarde y observando el arrebol que sonrosaba levemente sus mejillas antes sin color, la anciana que no era nada corta se hizo una idea bastante exacta de la situación. Dionisia le hizo para cenar una tortillita de atún y un poquito de ensalada. Después de la cena Doña Pepita cogió a Dionisia ambas manos y le estampó un par de besos en las mejillas.

 

-Buenas noches hija, me voy a la cama. No tardes en acostarte que tienes que estar muy cansada….  Hasta mañana.-

 

La pareja ya no ocultaba su relación. Iban juntos a todas partes, siendo piedra de escándalo para las mentes estrechas que aún en el siglo XXI son más abundantes de lo que nos creemos y que ven con malos ojos que cualquier persona se salga del rol que la sociedad le ha adjudicado. Se compraron ropa moderna, hicieron cosas que hace la gente normal pero que por h o por b, ellos nunca habían hecho; incluso aquel verano se fueron de vacaciones a Benidorm con doña Pepita que estaba encantada de la vida.

 

Un día Doña Pepita se murió y lo hizo a su manera, sin molestar y dejándolo todo bien arregladito antes de irse. Tras su muerte pensaron en juntar en una las dos casas pero decidieron finalmente dejar las cosas como estaban y reservarse cada uno esa parcela de independencia.

 

Aún hoy sigue la relación entre Dionisia y Picio. Ambos, pese a que a su edad no es fácil, han cambiado un poquito. Picio ahora se lava algo más y solamente va a bares de vez en cuando.

 

Dionisia, por su parte, ya no frecuenta tanto  la iglesia, no porque no crea, que sigue siendo muy creyente, si no porque tiene otras obligaciones, en la vega con Picio, frente a la estufita que aún encienden cada tarde.

 

 

 

 

 

miércoles, 2 de enero de 2013

EMPEZANDO EL AÑO DE UNA MANERA COJONUDA


RENFE-SOMOS-TU-TREN: empezando el año de una manera cojonuda

“ESTO ES UNA VERGÜENZA Y UNA ANORMALIDAD. Llevo más de ocho años y medio cogiendo estos trenes más o menos un par de veces al mes de ida y vuelta, o sea 4 viajes por mes y es una SUBNORMALIDAD que de cada 4 viajes, 2 de las veces siempre pasa algo: llega tarde, no hay aire acondicionado…HE DEJADO DE QUEJARME porque llegue 15 minutos tarde porque es ya lo habitual, pero lo que no voy a dejar pasar es cuando muchas veces tarda de 30 minutos a una hora más. EL RETRASO DE HOY HA SIDO DE UNA HORA Y VEINTE MINUTOS. ES UNA MIERDA TOTAL

Esto ha sido la transcripción literal de mi (n-ésima?) hoja de reclamaciones a Renfe por el trayecto Extremadura-Madrid, hoja que sé que se lo van a pasar por el mismísimo forro…No creo ni que se molestasen en usarlo como papel higiénico…Y no pude escribir más entre el cabreo y que se habían terminado las líneas para escribir. No pude escribir que ya hace su tiempecito que dejaron de venderse numeradas, lo que genera colas muy grandes cada dos por tres en más de media hora de antelación a la hora de llegada del tren y un sinfín de peleas estúpidas del tipo “ese señor se está colando”, “qué fresca esa chica que se pone delante” y cual…No pude escribir que hay un montón de gente que va de pie porque ya no hay más asientos libres desde casi Navalmoral de la Mata (quedando aún dos horas o un poco más para Atocha), algo que no sólo no me parece que se merezca ningún pasajero sino que me parece hasta peligroso por temas de seguridad: ¿puede llevar el tren tanto exceso de peso? ¿está bien que la gente ocupe el espacio de las salidas y ponga ahí sus maletas? (sí, aún teniendo en cuenta lo de las ventanas como salidas de emergencia y demás). Y esos son los dos hechos más graves o gravosos o indignantes que no pude escribir, porque las demás numerosísimas cosas que me han pasado y he sufrido con este trayecto durante todo este tiempo parecen capricho de Paris Hilton o diva del pop comparados con éstos. Me ha llegado a pasar hasta, cuando estaban numeradas, que a unas señoras y a mi madre y a mí nos habían vendido los billetes con los mismos asientos (por supuesto, el tren iba lleno, así que no podíamos jugar a ser personas caballerosas y generosas) y en otra ocasión, me vendieron…un asiento CUYO NÚMERO NO EXISTÍA.

Y no nos equivoquemos, no es algo que me haya pasado un par de veces por año que incluso entendería que puede ocurrir sin más como todo en esta vida, no. Como dije antes, llevo más de ocho años y medio usando este trayecto, más o menos una media de cuatro veces al mes (dos viajes con ida y vuelta), así que calculen…y la mitad de las veces o más-lo digo sin exagerar, en serio, ocurre alguna movida. Por cierto, de las cosas surrealistas que me han pasado, no he tenido todavía el dudoso placer de ver cómo sale humo de alguno de los vagones y empieza a oler a chamusquina, como sí han sufrido otros conocidos míos extremeños.

Llevamos años echando cartas de reclamaciones y seguro que hay gente que ha intentado llegar a más. No nos hacen ni puto caso. Esta última vez, incluso, oí al chico de atención al cliente decirle a la mujer que reclamó delante de mí: “el mes pasado acumulamos cientos de estas reclamaciones, pero no os van a hacer ni caso porque el gobierno no quiere poner dinero para arreglar vuestras líneas”. Claro, ahora hay crisis y no pondrán dinero a nada y lo habrán parado todo, pero, cuando aún había pasta, porque esto viene de más largo, ¿Por qué se negaron a escucharnos a los extremeños, que hay un solo tren para recorrer la Comunidad y casi todos los días va con bastante gente y los días punteros de festivos o fines de semana, a rebosar, es decir, que usamos nuestros trenes de manera más que regular y ponían pasta para hacer trenes y vías en sitios donde casi no había pasajeros, no salía rentable y más tarde han tenido que ir cerrando dichos trayectos? Ya que muchísimos de nosotros usamos este medio de transporte con una frecuencia muy alta puesto que tenemos familiares viviendo en Extremadura a los que tenemos que ir a visitar cada vez que podemos, ergo nos dejamos pasta en esta línea-SU línea de regionales, ¿NO ES DE RECIBO QUE ESPEREMOS CALIDAD? ¿NO NOS MERECEMOS VIAJAR CON COMODIDAD Y PUNTUALIDAD? Los empresarios olvidan con muchísima facilidad que no ganarían dinero, que su negocio no iría SIN CLIENTES.

 
Yu Kyoung Ryu